El carbón activado es una de las últimas locuras del mundo détox, que siempre vuelve a la carga después de los excesos veraniegos. Este carbón fabricado a partir de la cáscara de coco recibe un tratamiento para aumentar su porosidad, lo que le otorga un alto poder de absorción, de manera que puede retener moléculas, bacterias y otros virus en esta superficie.
Se trata de un producto útil que se utiliza en tareas como el tratamiento y filtrado de aire y agua o la extracción pero desde el punto de vista alimenticio solo tiene sentido como parte tratamientos por intoxicación de fármacos porque evita es capaz de detener sus efectos en su capa porosa y porque además no se digiere, se expulsa directamente en las heces, pero definitivamente tiene muchos peligros si se usa como alimento en una dieta de una persona que esté bien de salud.
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Es precisamente esta característica la que ha provocado que la maquinaria détox se fijara en él en su día como "nuevo Mesías" de la depuración. Como ocurre habitualmente con este tipo de productos milagrosos, la única realidad es que se distorsionan sus verdaderas virtudes para conseguir una corriente de opinión que consiga dar por cierto un mensaje que no por reiterado muchas veces se convierte en verdad.
Los gurús del détox han desarrollado recetas como helados, pizzas, cockktails o panes con carbón activado que encima es una sustancia fotogénica en alimentación porque su color negro le aporta atractivo a un plato. Es importante saber que sus supuestos beneficios no están demostrados y que, de hecho, sí que lo están sus peligros para la salud.
Su principal riesgo es precisamente su mayor virtud en otros campos: su poder absorbente. Y es que puede robarle nutrientes vitales al cuerpo como las vitaminas. Por este problema ha surgido incluso un debate sobre su uso con fines hospitalarios porque no es posible controlar qué no sólo retenga las bacterias, los virus y todo lo negativo, sino que también puede llevarse por delante sustancias muy necesarias para la salud del enfermo.
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Algunas enfermedades concretas que puede causar el carbón hidratado son la neumonitis, que se ocasiona por la aspiración del carbón desde las vías respiratorias, y es habitual en pacientes con sobredosis tratados con este producto. También problemas gastrointestinales como la acumulación de sustancias en el intestino que dificultan el tránsito intestinal y problemas fecales.
Si la persona que lo ingiere está tomando fármacos el carbón activado se convierte en un peligro muy serio. Sobre todo en lo relacionado con problemas crónicos como la diabetes o la depresión por ejemplo. Lo que ocurre en estos casos es que la medicación habitual que el enfermo debe tomar se queda sin una gran parte de su efecto porque el carbón evita que haga su trabajo, por lo que de nuevo, se da la vuelta a la tortilla respecto a su uso habitual para tratar sobredosis.
En definitiva, es un producto que nadie ha podido demostrar que limpie nada y sin embargo su principal virtud aplicada a los seres humanos, su capacidad de salvar la vida a personas con sobredosis, se convierte precisamente en una amenaza muy grave para personas sanas que lo incluyen en su dieta.
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