Un día decidimos ponernos a dieta y con esfuerzo conseguimos perder esos kilos de más que nos preocupaban. Pero con el tiempo, llegamos a la báscula y nos damos cuenta que los hemos vuelto a ganar e incluso algún que otro kilo de más. ¿Por qué hemos vuelto a engordar? Te presentamos a los enemigos y culpables de este temido efecto rebote.
Hormonas con mucho apetito
Por supuesto, si volvemos a comer como antes de la dieta y se basa en excesos, no podremos culpar a nadie más que a nosotros. Pero existen otros enemigos que nos complican más mantenernos en nuestro peso ideal. Claro está que estar a dieta da hambre y tiene mucho que ver con dos tipos de hormonas.
Por un lado debemos tener en cuenta los niveles de leptina (una hormona segregada por el tejido adiposo que inhibe el apetito) y grelina (una hormona sintetizada fundamentalmente en el estómago que estimula el apetito). Los niveles de las hormonas relacionadas con el hambre sufren alteraciones después de la dieta. ¿Por qué? La grelina, también llamada hormona del hambre, aumenta justo después de la dieta, provocando así más apetito.
Metabolismo en reposo
El metabolismo basal de personas que han perdido una cantidad considerable de peso en muy poco tiempo disminuye de forma brutal. Esto suele ocurrir porque pierdes peso rápido y tu metabolismo se hace más lento. El problema es que, según vas recuperando los kilos que habías perdido, el metabolismo no se recupera.
Las neuronas nos limitan
Las neuronas AGRP ayudan a regular la forma en la que quemamos las calorías. Estas neuronas crean apetito así que comemos, sin embargo cuando no tenemos comida alrededor, las neuronas provocan que se limite la quema de calorías, lo cual ralentiza la pérdida de peso. Si alguien ha estado a dieta y se ha querido alejar un poco de las cantidades grandes de comida, provoca que se quemen las calorías de forma más lenta.
Puedes culpar al ADN
Tiene mucho que ver la genética la hora de perder peso. De ahí que todas las dietas no sirvan para todo el mundo. Por ejemplo una persona con una genética ligada a la obesidad, con el gen FTO puede ser una barrera a la hora de perder peso. Pero tampoco echemos la culpa solo al ADN, porque puede que los culpables sean los casos anteriores.