La electroestimulación es una técnica deportiva que gracias a una corriente eléctrica genera una contracción muscular equiparable o superior a la producida por el ejercicio corriente o convencional.
Ahora está de moda. En los últimos años, cientos de establecimientos, desde pequeñas boutiques deportivas a gimnasios enormes, te ofrecen este servicio. En esencia, se utiliza un traje con electrodos conectado a una máquina. Con una combinación de entrenamiento y aportación de energía, puedes activar (afinar, endurecer..) zonas del cuerpo difícilmente mejorables con la práctica deportiva clásica.
Esa es, al menos, la promesa de la electroestimulación, cuya expansión viene, entre otras cosas, de una característica muy ventajosa: te promete resultados rápidos con dedicación relativamente suave gracias al uso intensivo de la tecnología. Vamos a repasar este asunto y otros posibles mitos de electroestimulación.
1. Quemas en solo 20 minutos de sesión hasta 3.500 calorías
El fisiólogo Wolfgang Kemmle publicó en 2012 un trabajo en ‘The Journal of Strength and Conditioning Research’ que probaría que solo se gasta un 20 % de calorías más en relación a un ejercicio idéntico, pero sin chaleco. No hay milagros.
2. Es una técnica nueva y sin contrastar
No, ya que se viene utilizando desde los años 70 y con fines tan distintos como potenciar la fuerza o reducir los dolores, por fisioterapeutas o en entrenamientos de élite. El abaratamiento de la tecnología ha permitido su expansión.
3. Ponerte en forma es fácil con la electroestimulación y poco más
Falso. Una mayoría abrumadora de expertos coincide en validar la fórmula, pero aconseja claramente acompañarla de otro tipo de ejercicio más convencional.
4. Podemos utilizarla sin estar en forma
Una cosa es no estar en forma y otra estar hecho una birria. La técnica nos exige esfuerzos relativamente intensos en espacios cortos. En resumen, nos exige una condición física mínima para iniciarnos en la electroestimulación.