En los últimos tiempos, muchos son los alimentos que han sido tachados de peligrosos o poco beneficiosos para nuestra salud por diferentes motivos. Uno de ellos es la patata. Y es que, pese a ser un ingrediente básico en nuestra dieta y ofrece una gran versatilidad en la cocina, puede resultar tóxico.
Este halo de alimento peligroso siempre ha existido alrededor de este tubérculo importado de América, ya que incluso hubo un tiempo en que se consideró que era venenosa. Esto se debió entre otras cosas a que pertenece a la familia de las solanáceas, en la que también están por ejemplo el tomate o la berenjena, una familia compuesta con bastantes especies venenosas.
La tecnología, la ciencia y el boom de la cocina saludable han permitido investigar al detalle todos los alimentos, entre ellos por supuesto la patata. Ya se sabía que la solanina es un alcaloide que posee la planta de la patata, una especie de pesticida que evita que insectos y parásitos se acerquen y que, al ingerirlo los humanos, puede traducirse en vómitos, diarreas, dolor de cabeza, vértigos u otros problemas más graves en función del grado de intoxicación. Es cierto y es real, pero no basta con quedarse en esto sino que hay que ir más allá y saber si esto es realmente un peligro para la salud. Y es que la solanina aparecen sobre todo en los tallas y las hojas, estando presente de manera residual en algunos tubérculos.
Así que, en este sentido, que nadie se asuste porque esto no quiere decir que haya dejar de consumir patatas. Además, las patatas que generalmente compramos han pasado los controles sanitarios pertinentes por lo que están supervisadas. De hecho, una manera de controlar que la patata que comemos es saludable es conocer su lugar de procedencia. Para ello, nada como comprarla a alguien de confianza que sepamos que a su vez la trae de algún proveedor de garantías, que a ser posible no utilice además productos químicos en su cultivo y posterior cosecha.
Aun así, hay que tener en cuenta que sí puede resultar un peligro para nuestra salud si se come cruda o con la piel. Como hemos explicado, hay un pequeño porcentaje de la sustancia que aparece en el tubérculo, de modo que conviene asegurarse bien de que lo hemos eliminado. Para ello, es importante no solo cocinarlas adecuadamente, sino limpiarlas bien antes de hacerlo: lavarlas adecuadamente sobre todo si se van a asar con la piel, que es algo que hacemos a menudo.
Desgraciadamente, la desinformación o el exceso de la misma está provocando que muchas personas decidan eliminarla de sus dietas por miedo a este pequeño riesgo, y por el contrario no saben que están acabando con una fuente excepcional de nutrientes, con una variedad enorme de vitaminas y minerales, además de un auténtico manjar como acompañante de todo tipo de recetas de la cocina española.
Deja una Respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.