Muchos adultos han entendido la necesidad de alimentarse adecuadamente, y otros tantos están en plena fase de cambio de sus respectivas dietas. Sin embargo, se nos olvida que lo importante es educar a los más pequeños también en ello porque es mucho más sencillo adquirir las bases de una dieta saludable desde pequeños que cambiarlo a medida que se crece. Y algo no estamos haciendo bien cuándo lo que comen los críos en el recreo difiere completamente de lo que recomiendan los especialistas.
Estamos hartos de oir, leer y ver opiniones rigurosas de nutricionistas, endocrinos y demás especialistas en nutrición sobre en qué debe consistir la dieta de un niño. Ésta no debe ser muy distinta de la recomendada en adultos en cuanto a los alimentos base, frutas y verduras, pero sí obviamente en cantidades y calorías teniendo en cuenta el gasto que tiene un niño cada día.
En el caso de la comida de media mañana, la más pequeña del día pero igual de necesaria. Tiene dos opciones fundamentales acertadas según los expertos: un lácteo, que podría ser un yogurt, y sobre todo una pieza de fruta que sería lo más acertado a esta hora. Una vez a la semana, de manera excepcional y dependiendo del menú del día, podría ser un pequeño bocadillo. En ningún caso, esto debería ser el almuerzo de cada día y, por supuesto, hay que huir siempre de la bollería industrial.
En cambio, es fácil detectar a simple vista que lo que menos aparece en el recreo de los centros educativos son las piezas de fruta. Quizá algún yogurt sí, pero son los más escasos. Lo más habitual son los pequeños bocadillos (que ya hemos dicho que no son del todo malos pero no se puede abusar de los embutidos) y sobre todo, lo que es muy preocupante, todo tipo de bollería industrial, galletas y zumos azucarados.
En el caso de que algún día quiera tomar algo dulce, debería ser algún bizcocho casero, lo menos azucarado posible, y en el caso de los bocadillos, se debe controlar el tamaño y utilizar pan integral en la medida de lo posible. Tanto los bollos como los zumos industriales, al igual que las chucherías, de las que no se obtiene ningún nutriente, deberían ser retiradas de todas las dietas de los niños, y por extensión de los adultos.
Es fundamental cortarlo de raíz cuanto antes porque a medida que pasa el tiempo las kilocalorías extras se siguen almacenando, y los problemas de salud derivados de una dieta errónea pueden hacer acto de presencia. Además, es muy complicado cambiar el gusto por el exceso de dulce y azúcar.
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